Hubo un tiempo en que todos éramos un poco del Compos. A muchos nos sorprendía ver a un entrenador que celebraba los goles de su equipo corriendo por toda la banda como una exhalación y más aún cuando supimos que Fernando Vázquez era un profesor de escuela metido a esto del fútbol. Fue la oportunidad de ver a Abadía e Iru, que llegaban de equipos importantes como Athletic o Logroñés, vestir la camiseta del que se convirtió en el primer equipo de Galicia por algunos años. También pudimos conocer a Ohen, a Fabiano o a Lekumberri. Y a Nacho.
José Ignacio Fernández Palacios, futbolísticamente conocido como Nacho, había nacido en Foz (Lugo) el 3 de febrero de 1967. Comenzó a jugar a fútbol en el Gran Peña vigués antes de vestir la camiseta del Celta. Era un lateral izquierdo muy rápido y trabajador, sacrificado, un hombre de equipo, pero nada de eso le valió cuando el equipo celeste ascendió a Primera. Nacho tuvo que hacer las maletas.
Llegó a la SD Compostela en la temporada 92/93 a un equipo entrenado por Fernando Castro Santos. Solo un año después el cuadro gallego concluiría tercer clasificado en Segunda División, lo que le dio derecho a jugar una promoción de ascenso a Primera. El Rayo Vallecano de Hugo Sánchez, Urzaiz u Onésimo sería su rival. Tras empatar a uno en Vallecas y a cero en Santiago, tuvo que disputarse un partido de desempate en Oviedo, el mismo acabó con 3-1 a favor de los gallegos. El Compos era de Primera.
En las tertulias futboleras santiaguesas se recuerda aún el curso 95/96. El profesor Fernando Vázquez ocupó el banquillo de San Lázaro y logró todo un hito aún no superado: el Compostela fue subcampeón de invierno. El año acabaría con ellos en la décima posición. Era todo un hito. Aquel año provocó que muchos se fijaran en Nacho. Había demostrado ser uno de los mejores laterales izquierdos de la Liga, por eso preguntó por él el Atlético de Madrid o el Valencia. Él nunca quiso marcharse.
Poco amigo de las entrevistas, de los coches caros y, en general, de la vida de futbolista, el lucense era profundamente nacionalista. Creía en Galicia como país y jamás lo ocultó, por eso, cuando la Televisión Galega se dirigió a él al término de un encuentro liguero para preguntarle sobre el rumor que decía que Javier Clemente, seleccionador español, quería contar con él para la Eurocopa, fue tajante: “No me interesa”. Hubo terremoto mediático, todos querían hablar con él, algunos le aplaudían, otros muchos comenzaron el linchamiento. Especialmente ofensiva fue una entrevista en El Larguero de la Cadena SER. José Ramón de la Morena le preguntó los motivos de decir no a España, Nacho respondió que “por convicción y dignidad”. De poco sirvió que dijera que era consecuente y que pedía el mismo respeto que él daba, porque Tomás Guasch, con tono burlesco, dijo, entre otras cosas, “no conocer” al lateral izquierdo de moda en España.
El problema era doble. Por normativa, si se negaba a jugar con la selección, a Nacho se le podía retirar la licencia federativa durante un año, lo que no gustaba nada en el Compostela. Tampoco era bueno para la Federación Española de Fútbol, pues daba muy mala imagen, por eso cuentan que Javier Clemente optó por llamar directamente al jugador. Nacho le explicó sus ideas, le dijo que no quería ofender a nadie, pero que vestir una camiseta que no sentía era aún peor. El de Barakaldo, quizás por sus simpatías hacia el PNV, dijo entenderlo. No sería llamado de manera oficial, por lo que nadie saldría perjudicado.
Nacho sí jugó con una selección, pero fue la gallega. Ya retirado, vistió la camiseta celeste y blanca en el primer encuentro del combinado gallego en 2005. Fue un gesto simbólico. Nunca más habló de su renuncia a España, para el recuerdo solo quedan aquellas carreras por el flanco izquierdo en los que solo Fernando Vázquez, cuando celebraba un gol, era más veloz que él. En la actualidad es entrenador y ha llevado las riendas de, entre otros, el Cerceda, que eliminara este curso al CD Tenerife de la Copa del Rey.
{Fuente: www.deporpress.com}
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